Arte
Es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos. El arte es un componente de la cultura, reflejando en su concepción los sustratos económicos y sociales, y la transmisión de ideas y valores, inherentes a cualquier cultura humana a lo largo del espacio y el tiempo. Se suele considerar que con la aparición del Homo sapiens el arte tuvo en principio una función ritual, mágica o religiosa, pero esa función cambió con la evolución del ser humano, adquiriendo un componente estético y una función social, pedagógica, mercantil o simplemente ornamental.
Lugares para conocer mas de arte
Museo Antiguo Colegio de San Ildefonso
Situado en el Centro Histórico de la ciudad, San Ildefonso es historia en sí mismo. Fué fundado por los jesuitas en 1588 y reedificado en el siglo XVIII. Con el gobierno de Benito Juárez, se convirtió en la Escuela Nacional Preparatoria y cerró en 1978. Se reabrió como espacio cultural en 1992 y a partir de ese momento ha albergado algunas de las exposiciones temporales más relevantes que ha presenciado la ciudad. Dentro del recinto se encuentran diversos murales de artistas como Jean Charlot, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y “La Creación”, el primer mural de Diego Rivera. Además, en este espacio se ha expuesto arte virreinal, moderno y contemporáneo. Entre sus exposiciones resaltan obras de Ron Mueck, José Saramago, Antony Garmley, Marilyn Manson y Johan Falkman entre muchos otros. Las exposiciones, además de ser variadas y de excelente calidad; suelen complementarse con talleres y conferencias. Además ofertan actividades en horarios nocturnos, para que los chambeadores no nos quedemos con las ganas. Como extra, es uno de los pocos museos que cuenta con un restaurante en forma y no un deli. Les recomendamos tomarse un café con vista a uno de los hermosos patios. Es un ambiente tranquilo que te lleva lejos del caos de la ciudad.
Situado en el Centro Histórico de la ciudad, San Ildefonso es historia en sí mismo. Fué fundado por los jesuitas en 1588 y reedificado en el siglo XVIII. Con el gobierno de Benito Juárez, se convirtió en la Escuela Nacional Preparatoria y cerró en 1978. Se reabrió como espacio cultural en 1992 y a partir de ese momento ha albergado algunas de las exposiciones temporales más relevantes que ha presenciado la ciudad. Dentro del recinto se encuentran diversos murales de artistas como Jean Charlot, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y “La Creación”, el primer mural de Diego Rivera. Además, en este espacio se ha expuesto arte virreinal, moderno y contemporáneo. Entre sus exposiciones resaltan obras de Ron Mueck, José Saramago, Antony Garmley, Marilyn Manson y Johan Falkman entre muchos otros. Las exposiciones, además de ser variadas y de excelente calidad; suelen complementarse con talleres y conferencias. Además ofertan actividades en horarios nocturnos, para que los chambeadores no nos quedemos con las ganas. Como extra, es uno de los pocos museos que cuenta con un restaurante en forma y no un deli. Les recomendamos tomarse un café con vista a uno de los hermosos patios. Es un ambiente tranquilo que te lleva lejos del caos de la ciudad.
Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo
La ciudad ya extrañaba al Museo Tamayo. A partir del 26 de agosto podremos volver a él y, aparentemente, estará mejor que nunca en todos los aspectos. Desde el 20 de agosto de 2011, el museo de arte contemporáneo permaneció cerrado al público para una remodelación necesaria y ambiciosa a cargo del arquitecto Teodoro González de León, quien junto con Abraham Zabludovsky, desarrolló el proyecto original. El edificio creció un 30%, dando casi 700 m2 más de salas de exhibición, y conservando su estética. En palabras del arquitecto: “se prolongaron las mismas formas: como el crecimiento de una planta, le salieron nuevas ramas al edificio con el mismo espíritu plástico por fuera”. Además de aumentar considerablemente los espacios de exhibición, habrá nuevos sitios de estudio y recreación. Entre ellos: una sala educativa, una sala de consulta comisionada al arquitecto Gustavo Lipkau, un auditorio renovado, un restaurante de alta cocina con terraza y vista al Bosque de Chapultepec (entrada y horarios independientes del museo), así como una tienda donde habrá objetos de diseño nacionales y extranjeros. Sin duda, lo más emocionante es el retorno de exposiciones de vanguardia y poder asomarnos de nuevo a la colección Tamayo, que el artista donó para la creación del museo y que abarca obra internacional de los años 60 y 70. Podremos descubrir y reencontrarnos con los artistas contemporáneos que exponen en los mejores museos del mundo. Para la reapertura, el equipo curatorial, encabezado
La ciudad ya extrañaba al Museo Tamayo. A partir del 26 de agosto podremos volver a él y, aparentemente, estará mejor que nunca en todos los aspectos. Desde el 20 de agosto de 2011, el museo de arte contemporáneo permaneció cerrado al público para una remodelación necesaria y ambiciosa a cargo del arquitecto Teodoro González de León, quien junto con Abraham Zabludovsky, desarrolló el proyecto original. El edificio creció un 30%, dando casi 700 m2 más de salas de exhibición, y conservando su estética. En palabras del arquitecto: “se prolongaron las mismas formas: como el crecimiento de una planta, le salieron nuevas ramas al edificio con el mismo espíritu plástico por fuera”. Además de aumentar considerablemente los espacios de exhibición, habrá nuevos sitios de estudio y recreación. Entre ellos: una sala educativa, una sala de consulta comisionada al arquitecto Gustavo Lipkau, un auditorio renovado, un restaurante de alta cocina con terraza y vista al Bosque de Chapultepec (entrada y horarios independientes del museo), así como una tienda donde habrá objetos de diseño nacionales y extranjeros. Sin duda, lo más emocionante es el retorno de exposiciones de vanguardia y poder asomarnos de nuevo a la colección Tamayo, que el artista donó para la creación del museo y que abarca obra internacional de los años 60 y 70. Podremos descubrir y reencontrarnos con los artistas contemporáneos que exponen en los mejores museos del mundo. Para la reapertura, el equipo curatorial, encabezado
Museo de Arte Moderno
De niños, cuando uno todavía no entendía nada del arte y mucho menos del moderno, este museo tenía una particularidad muy divertida: si uno se paraba en el descanso de la escalera central y gritaba o aplaudía, la bóveda superior se encargaba de multiplicar el sonido… esto hasta que el personal del museo se encargaba de llamarle la atención a tus padres por dejar que sus hijos correteen en un recinto de esa naturaleza. Este museo vio la luz casi al mismo tiempo que el Museo Nacional de Antropología, la desparecida Pinacoteca Virreinal y el Museo de Historia Natural, en el auge cosmopolita que vivió México en la década de los sesenta. Sigue siendo, a la fecha, uno de los recintos más importantes de Latinoamérica en el arte del siglo XX, pues además de ofrecer exposiciones temporales de muy alta calidad, cuenta con una gran colección propia de artistas como Diego Rivera, Leonora Carrington, Frida Kahlo, y Remedios Varo. Tiene también una importante colección de placas del fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo. Alrededor del museo está el Jardín Escultórico, un placentero espacio de para pasear o descansar relajación a la vista de esculturas de Mathias Goeritz, Ángela Gurría, Germán Cueto y Juan Soriano. Últimamente, además, se han actualzado y ofrecen seminarios y talleres muy interesantes y poco convencionales, como estampado de patinetas o taller de papalotes. El edificio del MAM partió de un diseño del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares. Los jardines fueron
De niños, cuando uno todavía no entendía nada del arte y mucho menos del moderno, este museo tenía una particularidad muy divertida: si uno se paraba en el descanso de la escalera central y gritaba o aplaudía, la bóveda superior se encargaba de multiplicar el sonido… esto hasta que el personal del museo se encargaba de llamarle la atención a tus padres por dejar que sus hijos correteen en un recinto de esa naturaleza. Este museo vio la luz casi al mismo tiempo que el Museo Nacional de Antropología, la desparecida Pinacoteca Virreinal y el Museo de Historia Natural, en el auge cosmopolita que vivió México en la década de los sesenta. Sigue siendo, a la fecha, uno de los recintos más importantes de Latinoamérica en el arte del siglo XX, pues además de ofrecer exposiciones temporales de muy alta calidad, cuenta con una gran colección propia de artistas como Diego Rivera, Leonora Carrington, Frida Kahlo, y Remedios Varo. Tiene también una importante colección de placas del fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo. Alrededor del museo está el Jardín Escultórico, un placentero espacio de para pasear o descansar relajación a la vista de esculturas de Mathias Goeritz, Ángela Gurría, Germán Cueto y Juan Soriano. Últimamente, además, se han actualzado y ofrecen seminarios y talleres muy interesantes y poco convencionales, como estampado de patinetas o taller de papalotes. El edificio del MAM partió de un diseño del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares. Los jardines fueron
MUNAL, Museo Nacional de Arte
Dominando la plaza frente al MUNAL, está la estatua ecuestre diseñada por el ilustre arquitecto que da nombre a esa explanada: Manuel Tolsá. Mejor conocida como “El Caballito”, se trata en realidad de una imagen de Carlos IV de España, quien en su corcel, ha deambulado por media ciudad: primeramente, en 1803, estuvo en el Zócalo; luego en 1822 fue a dar a los patios de la Universidad, para salvarla de la furia anti-hispana que predominba tras la Independencia; posteriormente en 1852, calmados los ánimos, fue trasladada a las afueras, a lo que ahora es el cruce del Paseo de la Reforma y Bucareli. Finalmente en 1979 fue trasladada a su actual ubicación, en donde ya no desentona. Al mismo tiempo, el escultor Sebastián, sustituyó el caballito novohispano por su más famosa obra, la estructura en color amarillo que también se llama el Caballito y que, con indulgencia, parece un equino. El edificio detrás de esa estatua es el antiguo Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, diseñado por el arquitecto italiano Silvio Contri, quien inició su construcción en 1904. Por dentro presenta una hermosa escalera cuyos escalones de mármol ya muestran la huella del tiempo. También hay en su vestíbulo, impactantes esculturas en mármol, de influencia francesa evidente hasta en el título: la famosa “Malgré Tout” (“A pesar de todo”) de Jesús Fructuoso Contreras (1882-1948), que representa a una joven encadenada y desnuda, que se arrastra por el suelo, o la muy escandalosa “Après l’orgie” (“Después de la orgía”) de Fidencio Lucano Nava (1869-1938), una joven desnuda que está recostada y suspendida en el mármol. El acervo del museo es vasto e incluye todo tipo de obra desde el virreinato hasta mediados del siglo XX. El último miércoles de cada mes, el Munal abre de 7 de la tarde a 10 de la noche, para que los que trabajamos podamos darnos una vueltecilla.
Dominando la plaza frente al MUNAL, está la estatua ecuestre diseñada por el ilustre arquitecto que da nombre a esa explanada: Manuel Tolsá. Mejor conocida como “El Caballito”, se trata en realidad de una imagen de Carlos IV de España, quien en su corcel, ha deambulado por media ciudad: primeramente, en 1803, estuvo en el Zócalo; luego en 1822 fue a dar a los patios de la Universidad, para salvarla de la furia anti-hispana que predominba tras la Independencia; posteriormente en 1852, calmados los ánimos, fue trasladada a las afueras, a lo que ahora es el cruce del Paseo de la Reforma y Bucareli. Finalmente en 1979 fue trasladada a su actual ubicación, en donde ya no desentona. Al mismo tiempo, el escultor Sebastián, sustituyó el caballito novohispano por su más famosa obra, la estructura en color amarillo que también se llama el Caballito y que, con indulgencia, parece un equino. El edificio detrás de esa estatua es el antiguo Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, diseñado por el arquitecto italiano Silvio Contri, quien inició su construcción en 1904. Por dentro presenta una hermosa escalera cuyos escalones de mármol ya muestran la huella del tiempo. También hay en su vestíbulo, impactantes esculturas en mármol, de influencia francesa evidente hasta en el título: la famosa “Malgré Tout” (“A pesar de todo”) de Jesús Fructuoso Contreras (1882-1948), que representa a una joven encadenada y desnuda, que se arrastra por el suelo, o la muy escandalosa “Après l’orgie” (“Después de la orgía”) de Fidencio Lucano Nava (1869-1938), una joven desnuda que está recostada y suspendida en el mármol. El acervo del museo es vasto e incluye todo tipo de obra desde el virreinato hasta mediados del siglo XX. El último miércoles de cada mes, el Munal abre de 7 de la tarde a 10 de la noche, para que los que trabajamos podamos darnos una vueltecilla.
Casa del Lago Juan José Arreola
Si no fuera por el color verde-alga-mutante del lago que lo rodea, la imagen sería en verdad idílica. Curiosamente, imagen de postal sí es. Muchas tarjetas de aquellos tiempos en que el correo se enviaba de forma física y no electrónica, guardan registro de esta casita blanca afrancesada a orillas del Lago Mayor de la primera sección de Chapultepec. Lo que poca gente sabe es que esta mansión forma parte de la UNAM, por lo que su oferta museística, cinematográfica y de espectáculos de toda índole siempre es, no solamente interesante sino, en muchas ocasiones, polémica. Una desviación no sólo obligatoria sino necesaria, para huir de ese paseo dominical por el bosque de ambulantes que pregonan sus productos chatarra en las afueras.
Si no fuera por el color verde-alga-mutante del lago que lo rodea, la imagen sería en verdad idílica. Curiosamente, imagen de postal sí es. Muchas tarjetas de aquellos tiempos en que el correo se enviaba de forma física y no electrónica, guardan registro de esta casita blanca afrancesada a orillas del Lago Mayor de la primera sección de Chapultepec. Lo que poca gente sabe es que esta mansión forma parte de la UNAM, por lo que su oferta museística, cinematográfica y de espectáculos de toda índole siempre es, no solamente interesante sino, en muchas ocasiones, polémica. Una desviación no sólo obligatoria sino necesaria, para huir de ese paseo dominical por el bosque de ambulantes que pregonan sus productos chatarra en las afueras.
Museo del Palacio de Bellas Artes
Mirándolo de manera pesimista, el Palacio de Bellas Artes es un Frankenstein arquitectónico. De manera optimista, es un edificio de arquitectura ecléctica. De manera meramente funcional, es un catálogo de mármoles finos de todo tipo. Pero estamos siendo irónicos. Evidentemente se trata de uno de los monumentos más importantes de la capital que, junto con el Palacio de Gobierno, el de Minería, otros palacios más de la nobleza novohispana, más el de los Deportes y otro que es una tienda departamental, dan a esta muy noble y muy leal Ciudad de México el mote de Ciudad de los Palacios. Iniciada su construcción en 1904 durante el Porfiriato, y finalizados sus interiores en las décadas posteriores a la Revolución, su diseño va del neoclasicismo afrancesado del siglo XIX en su fachada, al art noveau de su sala de conciertos con su vitral gigantesco que sirve de telón y pesa 24 toneladas, y de ahí al art decó de su vestíbulo. Y si le añadimos la arquitecturas ochenteras y noventeras de sus añadidos más recientes, tenemos un panorama pintoresco, por decir lo menos. La obra inicial es del arquitecto italiano Adamo Boari (1863-1928), y fue finalizada en 1934 por el mexicano Federico E. Mariscal (1881-1971). En su interior, se despliegan varias salas de exposiciones para expresiones museográficas de artes plásticas e historia, y dominan sus paredes algunos de los murales más imponentes de los grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Jose Clemente Orozco, Rober
Mirándolo de manera pesimista, el Palacio de Bellas Artes es un Frankenstein arquitectónico. De manera optimista, es un edificio de arquitectura ecléctica. De manera meramente funcional, es un catálogo de mármoles finos de todo tipo. Pero estamos siendo irónicos. Evidentemente se trata de uno de los monumentos más importantes de la capital que, junto con el Palacio de Gobierno, el de Minería, otros palacios más de la nobleza novohispana, más el de los Deportes y otro que es una tienda departamental, dan a esta muy noble y muy leal Ciudad de México el mote de Ciudad de los Palacios. Iniciada su construcción en 1904 durante el Porfiriato, y finalizados sus interiores en las décadas posteriores a la Revolución, su diseño va del neoclasicismo afrancesado del siglo XIX en su fachada, al art noveau de su sala de conciertos con su vitral gigantesco que sirve de telón y pesa 24 toneladas, y de ahí al art decó de su vestíbulo. Y si le añadimos la arquitecturas ochenteras y noventeras de sus añadidos más recientes, tenemos un panorama pintoresco, por decir lo menos. La obra inicial es del arquitecto italiano Adamo Boari (1863-1928), y fue finalizada en 1934 por el mexicano Federico E. Mariscal (1881-1971). En su interior, se despliegan varias salas de exposiciones para expresiones museográficas de artes plásticas e historia, y dominan sus paredes algunos de los murales más imponentes de los grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Jose Clemente Orozco, Rober
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